jueves, 10 de octubre de 2013

LOS COSTOS DE LA IRA


La ira destruye las relaciones personales:

 Uno de los costos más corrientes de la ira, probablemente el más elevado de todos, es el daño que causa a nuestras relaciones personales.  Curiosamente, las relaciones que quedan dañadas suelen ser los mejores que tenemos. Muchas personas creen que la ira la dirigimos principalmente hacia la gente que nos cae mal. ¡Nada más falso!  Varios estudios recientes, confirman que esto no es cierto. La mayor parte de las veces nos enfadamos con las personas que mejor conocemos. Entre los  blancos más frecuentes de la ira figuran los cónyuges, los compañeros de trabajo, los hijos y los amigos. Muchas veces la persona que siente ira le echa la culpa a los demás cuando sus relaciones se vuelven tensas, se niegan a transigir o limar asperezas cuando surgen desavenencias, no cargan con la responsabilidad de su ira ni se dan realmente cuenta de los funestos costos de ésta hasta que no empieza a resquebrajarse alguna de sus mejores relaciones.  En muchos casos, no se dan cuenta de que por sus sentimientos y arrebatos coléricos están perdiendo amigos y dejan de influir en la gente hasta que ya es demasiado tarde. 
Pensemos en nuestra propia vida, ¿ha destruido nuestra ira alguna relación importante? ¿Tendemos a hacer a los demás responsables de la manera como nos sentimos? Si seguimos en este plan, ¿dónde nos encontraremos de aquí a unos años? Liberarnos de nuestra ira y ser más transigentes y flexibles con nuestras amistades nos reportará grades ventajas a largo y corto plazo.

La ira afecta negativamente a nuestras relaciones laborales:

 El trabajo es a menudo muy frustrante, jefes demasiado exigentes, colegas envidiosos, clientes airados, plazos inflexibles, injusticias de todo tipo….motivos de sobra para poner a prueba nuestra paciencia. Pero enfurecernos a causa de nuestras frustraciones puede frustrarnos aún más. En primer lugar, puede bloquearnos a la hora de abordar cuestiones importantes y limitar nuestra capacidad para realizar un trabajo de calidad.
Llevarnos bien con los demás en el trabajo es importante para tener éxito en el trabajo, tanto incluso como nuestra  capacidad para hacer ese mismo trabajo. A nuestros colegas y superiores les molesta trabajar con nosotros si mostramos frecuentes estallidos temperamentales. Nos verán como a un cliente difícil y estarán deseando perdernos de vista cuanto antes.  La incapacidad para dominar la ira entre los ejecutivos, especialmente en situaciones de presión, figura como una de las principales causas de los ascensos laborales  frustrados, de los despidos y de las “invitaciones” a pedir la jubilación anticipada.
Saber controlar nuestras emociones en el trabajo, a pesar de las inevitables frustraciones, es a menudo crucial para la buena marcha de nuestra vida profesional.
La  ira hace también que desviemos nuestra energía y atención del trabajo, como? Obsesionándonos con alguna situación “injusta” o con la idea de vengarnos de un compañero de trabajo o superior; o también induciéndolos a realizar algún tipo de sabotaje sutil, a negarnos a seguir directrices sensatas, a dejar que  cosas importantes se vengan abajo o incluso a hacer un esfuerzo descomunal con tal de  destruir el trabajo de otra persona. No pensemos que obsesionarnos con la “injusticia” de alguna persona, o vengarnos de  ella, nos ayudará a resolver constructivamente los conflictos o a hacer un trabajo de calidad. El reaccionar airadamente o “salir huyendo” impulsivamente alentamos a la gente a suponer que no sabemos dominar las frustraciones y que nos enfadamos apenas las cosas se complican. Una alternativa más saludable es aprender a dominar nuestra ira y hacer lo posible por mejorar la situación. Si esto no funciona, podemos decidir  irnos a buscar otro trabajo con un mejor entorno laboral.
Otra razón importante para mantener la ira bajo control es porque puede conducir fácilmente a la agresividad. La ira no conduce automáticamente a la agresión, pero sí muy a menudo.
Cuando nuestra ira origina pérdida de relaciones interpersonales importantes, es fácil que lleguemos a una depresión.  La ira y la depresión nos pueden afligir simultáneamente. Así, podemos echar la culpa a otras personas o circunstancias y enfadarnos, o autoflagelarnos y caer en depresión.
Si no sentimos deprimidos a causa de nuestra ira, podemos romper esta relación causal esforzándonos por liberarnos de ella y por cambiar las cosas de nuestra vida que no funcionan. Al igual que ocurre con la depresión, los sentimientos de culpabilidad y turbación también pueden ser producto de nuestras frecuentes rabietas. Así, podemos sentirnos tan turbados por algo que hemos dicho o hecho estando enfadados que nos menospreciamos a nosotros mismos y tratamos de evitar a las personas con las que estamos irritados.

La decisión de vivir con menos ira puede ser una de las más importantes que  tomemos  en nuestra vida, y tú estás preparado?



Controle su ira antes de que ella lo controle a usted. Albert Ellis, 2007.

Adaptación: MC Vera M. Instituto Albert Ellis Colombia

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